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Elena Gutiérrez

Mi reflexión, mi despedida y mi agradecimiento. 

 

Todo en esta vida es una dualidad, o al menos así lo veo en este momento. Todo son ciclos y yo misma soy mi mayor ejemplo de esto. Donde acaba una cosa empieza otras deja un vacío para llenar y si tienes la suerte de tener consciencia sobre ello lo puedes llenar de cosas maravillosas así como vaciarte de todo aquello que por alguna razón te pesa tanto que te impide seguir avanzando. 

 

Yo procuró ir siempre ligera. Me despido del miedo y la presión que en aquel momento me asfixiada, de ser un pilar y ejemplo tan importante para alguien. 

 

Me despido de los "y si..." que antes no sabía responder aunque ahora tampoco sepa pero me tranquilizo pensando que en un futuro tampoco lo sabré responder y no pasa nada por eso. 

 

Me despido también de la sensación más bonita y pura que jamás tuve debajo de todo aquel miedo y aún con lágrimas en los ojos le digo adiós porque tengo claro que quiero vivirla y disfrutarla plenamente. 

 

Aunque hay cosas de las que no quiero despedirme sino reconciliar, como permitirme quizás en tono hubiera sido, aunque sea solo durante unos instantes, sin sentir dolor ni pena. 

 

Y así empiezo los agradecimientos, a mí misma sobre todo. A mí misma por procurar cerrar la herida, después de un año, por ponerme las fotos un poco más claras por recordarme a mí misma cada día que ningún animal salvaje se compadece de sí mismo, por mi amor, por haber decidido sin ninguna duda que quiero que me llamen "mamá". A mi hermana y a la loba que aulló conmigo y lloró también aquella noche.

 

Gracias a mi madre y a sus silencios y al olor de su piel. Agradezco sobre todo a los dioses que pudieran existir por concederme ser mujer y conectarme de una forma tan carnal con la vida y con la muerte. Al dolor congénito que llevamos las mujeres que es, ha sido y será siempre mi gran maestro. Y sobre todo al amor, que para mí es mi mayor motor. 

 

Elena Gutiérrez

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